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Salvando a Nemo

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Todos o la gran mayoría hemos visto  la película Buscando a Nemo, una de las películas de dibujos mejor valorada y más vista. Esta película se lanzó en 2003 y aunque ya hace tiempo de ella, me gustaría dedicarle un espacio ya que las consecuencias se siguen arrastrando hoy día. La trama de la película era inmejorable y el mensaje que transmitía  era muy claro. Sin embargo, parece que lo entendimos al revés.

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Buscando a Nemo, contaba la historia de un pez payaso y su hijo, que al desobedecer a su padre exponiéndose a los peligros resulta ser capturado y llevado a una pecera. El padre, desesperado, comienza un largo y peligroso camino para buscar a su hijo capturado. Mientras tanto, Nemo conoce a sus compañeros de pecera que luchan para recuperar su libertad. El mensaje queda clarísimo, todos buscan su libertad, volver a su hábitat. De hecho, todo aquél que vio la película deseaba un final feliz, deseaba  que los peces consiguieran su tan ansiada libertad y veíamos con malos ojos a los que se las negaba. Entonces, ¿Cómo hemos podido darle la vuelta al mensaje? ¿Por qué deseamos ver libre a Nemo y después hacemos lo contrario?

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La triste realidad es que Buscando a Nemo provocó  una demanda masiva del pez payaso. Los niños y no tan niños salían de las salas de cine deseando tener su propio Nemo y eso es lo que ocurrió. La demanda  de peces payasos se incrementó muchísimo, llegándose a vender más de 150.000 ejemplares de este pez. Provocando que estuviera al borde del peligro de extinción. Se estima que solo la mitad de la demanda global de «Nemos» puede ser cubierta por peces criados en cautiverio, lo que significa que el resto debe ser capturado del mar, tal y como fue capturado el protagonista. Esto ha provocado un descenso en la población de peces payaso. Según el diario Daily Mail, en Queensland, Australia, se calcula que ha reducido de 25 a 6 miembros por grupo, lo que dificulta su reproducción.

Este pez es capturado en Papua Nueva Guinea y tras un larguísimo viaje, si es que logran sobrevivir,  llegarán a EEUU para ser vendidos como simple mercancía. El pez payaso no es el único que se vio afectado, la divertida Dori, también sufrió la demanda de esta industria.

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Lamentablemente estos peces no tendrán un final feliz como Nemo y sus compañeros. Nunca podrán volver a su verdadero hogar, pasarán sus vidas encerrados.

Debemos tener en cuenta que todos estamos conectados, todas las especies nos necesitamos para subsistir, en el momento que una sufre un descenso en su población, no solo esta se ve afectada, todos los que están a su alrededor también. Es un efecto cadena.

Pero sobre todo debemos recordar, que lo más importante es el individuo como tal, el privar a alguien de su libertad, alejarlo de su hogar por mero capricho debería ser la principal cuestión. Como siempre, en base a este negocio hay gente que se lucra y se beneficia  y una vez más, como siempre son los animales los que salen perjudicados. Es urgente que aprendamos a respetar la naturaleza y las demás especies sin entorpecer ni manipular esta. Podemos disfrutar de la belleza de otras especies y hábitat sin interferir en ellas. Cada vida es única e irrepetible, aprendamos a respetarlas. Tal vez sería un buen momento para volver a ver la película y cuestionarnos a nosotros mismos. En un par de años, saldrá la segunda entrega de la película, ojala hayamos aprendido la lección y no se repita.

Os dejo un video por si queréis saber más: El pez estrella.La lucha por la supervivencia

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